CIMÒGENOS:

Un zimógeno o proenzima es
un precursor
enzimático inactivo,
es decir, no cataliza ninguna reacción como hacen las enzimas. Para
activarse, necesita de un cambio bioquímico en su estructura que le
lleve a conformar un centro activo donde pueda realizar la catálisis.
En ese momento, el zimógeno pasa a ser
una enzima activa. El cambio bioquímico suele ocurrir en un lisosoma,
donde una parte específica de la enzima precursora se escinde del resto para
activarla. La cadena de aminoácidos que se libera por la activación
se llama péptido de activación.
Los
zimógenos son utilizados en muchas reacciones biológicas, como en la digestión
o en la coagulación sanguínea. Son un brillante ejemplo de regulación endógena
de las enzimas, de cómo controlar su función. Las modificaciones que sufren los
zimógenos son irreversibles, por lo que para poder detener las reacciones que
llevan a cabo es necesario un inhibidor de la enzima a la que dan lugar. Cabe
destacar el ejemplo del tripsinógeno (zimógeno), que da lugar a la tripsina
(enzima), que a su vez activa otros zimógenos. Para poder detener la activación
de los zimógenos, la tripsina no se puede volver a convertir en tripsinógeno,
sino que debe secretarse un inhibidor de la tripsina para detener su acción.
LAS FORMAS ACTIVAS DE LOS ZIMOGENOS TIENEN EFECTOS FISIOLOGICOS MUY PODEROSOS, Y SU SINTESIS COMO UNA FORMA INACTIVA PERMITE ALMACENARLOS DE FORMA SEGURA HASTA QUE SON REQUERIDOS Y EVITAR ASI QUE UNA PROTEÌNA EJERSA UNA ACTIVIDAD PELIGROSA EN TIEMPO Y LUGAR EQUIVOCADO.
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